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viernes, 13 de diciembre de 2013

¡Arriba la imaginación!

Como bien indicó Manuel Alvar en Vivir en la lengua, la lengua nos hace y en ella nos hacemos: al igual que nuestra lengua ‘habla’ de quiénes somos, de dónde vivimos, de cuáles son nuestras tradiciones…y cambia según nosotros cambiamos; también puede ocurrir el caso contrario, es decir, que el lenguaje cambie el mundo y, con él, la perspectiva de los hablantes.

Teniendo en cuenta esto, esta entrada se basará en lo que María Estornell Pons llama ‘neologismos de autor’: nada más y nada menos que aquellos ‘palabros’, en el buen sentido del término, que alguien inventa y lanza al mundo. Decimos 'alguien' porque, en nuestra opinión, no importa quién sea, cómo se llame o de dónde venga, sino que tenga un lenguaje. Todos somos válidos para esta ‘tarea’: la lengua es nuestra, y es por eso que podemos crearla y destruirla, renombrarla y hacer de ella un instrumento, sobre todo.

Podríamos pensar que este tipo de neologismos son meras palabras ocasionales, pero entonces no estaríamos nada más lejos de la verdad: sí es cierto que muchos neologismos de autor no han progresado en la lengua común, pero muchos otros han constituido todo un recorrido más allá del discurso o el texto en el que aparecieron. Podemos destacar, por ejemplo, el ‘esperpento’ de Valle-Inclán, el ‘chupón’ de Góngora o el ‘ciberespacio’ de William Gibson, palabras que han calado en nuestro lenguaje usual. Y no solo nos quedamos en este nivel, sino que lo traspasamos: en las obras de William Shakespeare encontramos más de 1700 voces que actualmente forman parte de la lengua inglesa, tales como 'bedroom', ‘gossip’, ‘fashionable’ o ‘generous’. Ya nos indicaba Julio Cortázar, gran ‘inventor’ de palabras, que los prosistas introducen toda clase de transgresiones que hacen palidecer a los gramáticos y que luego son aceptadas y entran en los diccionarios.

Pero, ¡ojo!, este tipo de neologismos no se crean porque sí, sino que son pensados a partir de una idea o una necesidad. Así, Fátima Báñez empleó por primera vez la palabra 'movilidad exterior' para referirse de modo atenuante a la marcha masiva de habitantes de un país, en su mayoría jóvenes, ante la imposibilidad de conseguir trabajo.



Como vemos en este ejemplo y en muchos otros como el de 'gravamen adicional' de Luis de Guindos o el de 'desaceleración transitoria' de José Luis Rodríguez Zapatero, los políticos han creado una 'neolengua', es decir, una versión de la lengua cuyo objetivo es dominar el pensamiento de sus hablantes. Esta última palabra también es un neologismo de autor que creó George Orwell para su libro 1984. 
Ya que estamos en política, continuemos: por estas fechas repletas de crisis y corrupción, hay mucha gente que critica a los actuales políticos, y en este punto podemos destacar la palabra inventada por Aleix Saló, 'simiocracia', que hace referencia a la incompetencia de algunos gobernantes (según él, 'simios').

Asimismo, podemos encontrar otro motivo para crear nuevas palabras: la economía lingüística. Como bien sabemos, los humanos somos cómodos por naturaleza y, entonces, ¿por qué decir 'correr de forma moderada' cuando podemos decir 'footing'? Siguiendo este modelo, Carlos Herrera inventó la palabra 'siesting' en su artículo Hablar inglés sin saberlo para nombrar la acción de dormir la siesta. Sin darnos cuenta, hemos ido extendiendo este neologismo hasta que ha quedado perfectamente adaptado a nuestra habla cotidiana.

Aunque parezca mentira, también existen neologismos de autor que surgen para exaltar algo o a alguien: Florentino Pérez creó el verbo 'cristianear' para referirse a la acción de imitar a Cristiano Ronaldo, que, según el presidente del equipo, consistiría en ser guapo, elegante, gran persona y gran profesional. La función de esta palabra fue la de promocionar al futbolista para acercarlo al Balón de Oro.

Por otra parte, es muy común entre los escritores emplear la metáfora, y J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, decidió inventar la palabra 'dementor' y su figura como una metáfora de la depresión: al igual que esta enfermedad, un dementor absorbe la esperanza y todos los buenos sentimientos de quienes tiene cerca, dejando en sus mentes los recuerdos negativos.

Por último, podemos destacar la palabra 'criptonita', creada por Jerry Siegel en los cómics de Superman para designar al único elemento que debilitaba al superhéroe. Esta ha traspasado las viñetas para incorporarse a nuestro vocabulario usual con el sentido de 'debilidad de una persona o animal': entonces, podríamos declarar firmemente que nuestra criptonita es el jamón serrano o el chocolate.


¿Seríais capaces de inventar alguna palabra?






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